A través de los contactos de los clientes de Maquiladoras de Ropa, a los que habíamos estado atendiendo, nos llegó la invitación para instalar nuestro sistema de nómina e incentivos de producción en una maquiladora de ropa para niños, ubicada en San Luis Rio Colorado (SLRC), en un parque industrial de maquiladoras. SLRC es una ciudad pequeña, cabecera del municipio del mismo nombre, ubicada en el estado de Sonora. Se localiza justo entre la zona arenosa del Gran desierto de Altar y el estado de Baja California Norte, colindando al norte con Estados Unidos, lo cual la convierte en una ciudad fronteriza, muy desértica.
Por su clima extremo es reconocida por el Servicio Meteorológico Nacional de México y la Conagua como la ciudad más árida de México. Al norte colinda con el Estado de Arizona USA y el pueblo de Yuma donde se había establecido un fuerte español, parte aprovechando la comunicación del Rio Colorado y la zona de California, con salida al océano pacífico. En 1917 el gobierno federal estableció una colonia agrícola militar que sirviera de baluarte en la zona, bautizó la ranchería como San Luis Río Colorado. En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas del Río expropió a la compañía Colorado River Land Company, las tierras de los valles de Mexicali y San Luis, iniciando el crecimiento poblacional y económico de la región.
En 1939, el Congreso del Estado decretó la elevación a Municipio de San Luis Río Colorado. Curiosamente, a pesar de estar catalogada como la región más seca del país, se encuentra literalmente pegada al valle de Mexicali, uno de los más productivos en hortalizas del país. Las principales actividades económicas de SLRC son la industria, agricultura, ganadería, pesca y el comercio, muy codiciada y asediada por su cercanía a USA por narcotraficantes como lo pude constatar posteriormente. No cuenta con aeropuerto propio, pero comparte con Mexicali y Yuma sus aeropuertos, el de Mexicali está como a 30 minutos.
Cuando comenté con los compañeros de trabajo que iría a San Luis Rio Colorado me dijeron en broma que me sentiría como en las películas del Oeste, aquellas en donde en los pueblos fantasma se ven las bolas de heno rodando por todo el pueblo desértico, y así fue, tanto del lado de Yuma (Arizona USA) como de SLRC.
Cumpliendo con lo convenido con el cliente, mandamos la información requerida para empezar la implementación, me embarque en mi viaje un domingo por la tarde, para empezar el lunes temprano la implementación, me coordine con el gerente de sistemas de la empresa y con la gerente de recursos humanos. Quedaron de mandarme a una persona al aeropuerto de Mexicali para recogerme y llevarme a SLRC donde ya tendría mi reservación lista en un hotel,
Desafortunadamente para mí, la persona llego dos horas antes de mi llegada, dado que son 2 horas de diferencia por los husos horarios de nuestro país, no preguntó por mi vuelo y se regresó a la planta. Cuando yo llegue al Aeropuerto, alrededor de las 6 pm, espere casi una hora buscando a alguien con algún cartón con mi nombre, pero no apareció, el aeropuerto está en una zona equidistante de Mexicali y de SLRC. Pregunté en el área de información de cómo poder llegar a SLRC y me dijeron que podía ir a Mexicali para tomar un camión, lo cual consideraban peligroso a las casi 7 de la noche o tomar un Taxi a SLRC, pero que me diera prisa pues el aeropuerto cerraba a las 7 pm y corría el riesgo de quedarme a dormir ahí dentro. Rápidamente me dirigí al área de Taxis para rentar uno, la tarifa era de $700 pesos, de aquellos de 1995, en efectivo, yo tenía en mi cartera $750 y así fue como la libre, llegando a San Luis alrededor de la 9 pm, con 50 pesos en la bolsa.
Cuando llegamos a SLRC, el taxista amablemente me pregunto, ¿a qué hotel lo llevo?, - no tengo la menor idea -, fue mi respuesta, me preguntó para que empresa trabajaba, le di el nombre y afortunadamente la empresa tenía fama de ser una de las maquiladoras más grandes de la zona y me llevo al hotel, digamos sede, de todos los visitantes, trabajadores y consultores de la misma, en una zona céntrica de la ciudad, asegurándome que era uno de los mejores.

Al llegar al hotel efectivamente había una reservación para mí, el panorama cambiaba, sin embargo, para ser uno de los mejores hoteles de la Ciudad dejaba mucho que desear, en cuanto a amenidades, comodidades, desde el lobby y áreas comunes. Pero la habitación si fue el colmo, la alfombra totalmente raída en varias partes, con agujeros, la regadera del baño solo tenía el tubo y la bolita por donde se regula el agua, pero la regadera no existía; la cama más bien parecía un catre de madera con colchoneta, unas sábanas que no pude distinguir si habían dejado de ser blancas o de plano eran de color amarillo, adicionalmente a la fauna que habitaba en la misma y de la cual me tuve que estar cuidando toda esa… digamos “extraña noche”. Para colmo, sin haber comido nada, pregunte en el restaurante del hotel y ya había cerrado la cocina, no me animé a salir a la calle, así que me tuve que pasar toda la noche con la panza de farol hasta el otro día que me levante muy temprano para aprovechar el chorro de agua que salía de mi regadera y darme un relajante baño antes de bajar a desayunar.
El comedor del hotel era bastante amplio, buen servicio, buena comida, la atención de los meseros muy amable. Conversando con uno de ellos le pregunté: ¿además de la actividad de las maquiladoras en la región cuales eran las principales actividades económicas del lugar?, me comento que la agricultura, por la cercanía del valle, la producción de dátil (primer lugar a nivel nacional) y el narcotráfico, aunque últimamente a la baja por la presencia de la policía judicial en el estado, pero que en realidad - los narcos son mucho mejores personas que los judiciales -, preferí no hacer comentarios al respecto y disfrute de mi rico desayuno.
Estaba terminando mi café cuando llego la Directora de Recursos Humanos de la planta pidiendo disculpas por el incidente del aeropuerto, le pedí que no se preocupara, que esas cosas suceden, sobre todo cuando hay diferentes usos horarios y que lo importante es que ya estaba yo ahí para poder realizar los proyectos contratados. Confirmamos mi reserva para las dos siguientes semanas en el hotel y nos dirigimos a la planta que está en una de las zonas industriales de la Ciudad.
Las personas de la planta, tanto de recursos humanos como de sistemas, fueron muy amables conmigo, proporcionándome las herramientas necesarias, la información y las facilidades para desarrollar mi trabajo, siempre en contacto con la gente de Mérida para realizar los cambios necesarios en la aplicación instalando e implementando en un tiempo relativamente corto los sistemas de nómina e incentivos de producción adecuados a las necesidades de la planta, solo quedando algunos temas pendientes de realizar pero que se podrían instalar desde Mérida vía remota.

La planta es enorme, con alta tecnología para procesos de costura, planta de corte y dispositivos de control de calidad utilizando códigos de barras par los tickets de producción, muy bien organizados y eficientes. Hice muy buenas amistades y que hasta le fecha aún conservo. Hicimos varias salidas a conocer la ciudad, muy tranquila, el ambiente así se sentía, mucho calor de día y frio por las noches dado el que se haya instalada en un desierto árido ocasionando el clima extremoso.
Hay parte de la Ciudad donde realmente te sientes en un pueblo del Oeste y ves las bolas de heno rodando. Sobre todo, del lado de Yuma, donde fui en más de una ocasión a falluquear para llevar detalles a casa y a los compañeros de trabajo, me sorprendió la facilidad con que pude cruzar al otro lado por la garita de la frontera, totalmente desértico en esa zona del vecino Arizona
Mi regreso a la Ciudad de Mérida se programó para un sábado, la única manera en ese momento era con múltiples escalas saliendo desde Mexicali, Aeropuerto Internacional General Rodolfo Sánchez Taboada, a las 12 pm, haciendo escalas en Ciudad Obregón, Monterrey y llegando a Ciudad de México alrededor de la 5 pm, donde a las 9 pm estaría tomando mi vuelo hacia la Ciudad de Mérida.
El sábado llegó el chofer de la planta al hotel, muy temprano como para llevarme al aeropuerto, un día bastante soleado y agradable, era el mes de abril, todavía no se sentía muy fuerte el calor. Hice el checkout en la recepción del hotel, agradeciendo todas sus atenciones, muy contento de regresar a casa, sin saber todo lo que me esperaba en mi vuelo de retorno.
Llegue al aeropuerto como a las 10 de la mañana. Cuando me estaba registrando en el mostrador de la aerolínea, Aeroméxico, la encargada del mostrador me dio la buena noticia de que por ser el primer pasajero del vuelo me cambiaría mi boleto para que estuviera en clase premier, lo cual agradecí sin chistar. Guau, que emoción, tuve que esperar 2 hora sentadito en la sala de espera todo emocionado por viajar en clase Premier de Aeroméxico, que en ese entonces era la reina de las aerolíneas mexicanas. Así me llegó el momento de abordar.
Recuerdo que el abordaje fue desde tierra, saliendo por una de las salas de abordaje y caminando directo al avión, es decir no había un túnel de acceso directo a la cabina, subí en primera fila, me asignaron mi asiento pegado a una ventana, amplio espacio en los asientos, desde que abordas todas las comodidades, toallita caliente para limpiarte las manos, una mimosa mientras abordaba el resto de la gente, entre otras atenciones.
Tardamos poco en abordar, acomodar todo y como a las 12.30 el capitán del vuelo anunció que por favor apagáramos nuestros celulares, pusiéramos nuestros asientos en posición vertical, que atendiéramos las indicaciones de las sobrecargo, abrocháramos los cinturones de seguridad y prepararnos para despegar.
Cumplidas todas las indicaciones y con la autorización de la torre de control nos encaminamos a la pista para despegar, es el momento considero más tenso de todo vuelo, el despegar de tierra y tomar altura, sintiendo la vibración de la nave. Este vuelo no fue la excepción, solo que a la mitad del trayecto antes del despegue, el avión se “apago”, cero potencia para despegar, acto seguido el piloto nos habló por el sistema de megafonía para indicarnos que por favor checáramos si no teníamos encendidos nuestros celulares porque eso podría estar ocasionando algún problema con las comunicaciones de la aeronave, que regresaríamos a nuestra posición de antes del despegue para verificar todo y volveríamos a intentar el despegue. Por lo que hasta ese momento yo había leído al respecto de los celulares, es una falsedad que las frecuencias que usan los sistemas de telefonía celular afecten las frecuencias de comunicaciones que utiliza una aeronave, además de que de lo que estaba fallando no eran las comunicaciones sino la potencia de despegue, pero no quise hacerme más suposiciones, la mayoría de la gente permaneció callada, checamos nuestros celulares, nadie reporto nada, pero si como el 10 % de la gente que ya estaba a bordo pidió que la bajaran del avión, incertidumbre, miedo, corazonada, aplicación de la lógica, no lo sé, pero si tuvimos que esperar más de una hora a que la gente bajara, recuperará su maletas y pudiéramos continuar.
Nuevamente todos procedimientos previos al despegue, recomendación de verificar que todos los celulares estuvieran apagados, permiso de despegue de la torre de control y tomamos pista, y oh sorpresa, a la mitad del camino para despegar el avión volvió a fallar. El capitán se volvió a comunicar con nosotros para indicarnos que tendríamos que bajar de la nave pues sería necesario hacer una revisión exhaustiva para proceder a volver a abordar e intentar nuevamente el despegue o si de plano sería necesario cambiarnos a otro vuelo. Mucha gente, no sé exactamente cuanta, abandonó la nave y el resto quedamos un poco más de una hora esperando instrucciones.
Al final nos pidieron, a los que quedábamos, volver a abordar, después de completado el abordaje el piloto nos indicó que el problema había sido un banco de baterías que estaban fallando, se reemplazaron completamente, y que continuaríamos con el despegue rumbo a Ciudad Obregón. Nuevamente todos procedimientos previos al despegue, recomendación de verificar que todos los celulares estuvieran apagados, permiso de despegue de la torre de control y tomamos pista, ya un poco más nerviosos y tensos, pero está vez, a Dios gracias, pudimos despegar.

Preparado para disfrutar de mi ascenso a clase premier me relaje y deje consentir por la rica comida, atenciones, bebidas, convencido de que ya la habíamos librado, hasta que empezó a llover ya muy cerca del aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de Ciudad Obregón, el capitán nos comunicó que estaba fuerte la lluvia pero que intentaría el aterrizaje, que nos preparáramos pues habría algo de movimiento y aterrizaje en pista mojada, pero sin mayores contratiempos, según él estimaba. Empezamos el aterrizaje y desde mi posición en el avión y a través de la ventana, me di cuenta que no había pista del lado derecho, es decir el avión estaba fuera de posición, no sé si por visibilidad o si algo más estaba fallando en el avión, pero cuando estábamos a punto de aterrizar, abruptamente el avión se volvió a elevar. Vaya susto, todo se revolvió en mi estómago, el exceso de adrenalina esperando instrucciones o alguna explicación del piloto.
Apenas nivelo la nave volvió a comunicarse con nosotros indicando que el aeropuerto de Ciudad Obregón no cuenta, o contaba en ese entonces, con radar de aproximación, que estaríamos en el aire mientras pasaba la lluvia para poder aterrizar y si no, por falta de combustible, tendríamos que buscar algún aeropuerto alterno En Loreto, San José del Cabo o Guaymas.
Estuvimos más de media hora dando vueltas hasta que pasó la lluvia, cabe mencionar que para ese momento mi dotación de uñas se había terminado, ya no me importaba tanto la primera clase sino llegar a mi casa, la esperanza de llegar a mi vuelo a Mérida a las 9 pm prácticamente se había esfumado, eran las 6 pm hora de Ciudad Obregón cuando al fin pudimos aterrizar, a Dios gracias no hubo necesidad de buscar un aeropuerto alterno, pero si esperar el desembarco de pasajeros cuyo destino era Ciudad Obregón y nuevamente otro grupo de pasajeros con destino a Monterrey y Ciudad de México ya no quisieron subir, después de la historia que traía nuestro vuelo. La gente que abordaría en Ciudad Obregón para Monterrey y Ciudad de México fue mínima, pero aun así salimos de Ciudad Obregón después de carga de combustible, como a las 8 pm, rumbo a Monterrey, despegamos sin mayores contratiempos, pero si, asustados y con la adrenalina hasta el tope.
Ya éramos muy pocos pasajeros cuando llegamos a Monterrey, con más de 5 horas de retraso, ya habíamos hecho amistad compartiendo toda la aventura vivida, de hecho, empezamos a bromear y a conocernos, incluso las y los sobrecargos, que también estaban bastante nerviosos empezaron a platicar con nosotros. Un buen pasajero, con destino igual que yo a la Ciudad de México, ya más relajado, nos comentó que esto era como el chiste de la ranita y que su esposa no se lo iba a creer, casi al unísono le pedimos que nos contara la historia de la ranita, a lo cual el presto accedió a contarnos.

- resulta que un borrachito (hombre alcoholizado) salía de una cantina ya rumbo a su automóvil, el cual estaba del otro lado de una zona de vías de ferrocarril, cuando se percató que había una pequeña ranita que lo estaba llamando desde la riel de una de las vías del ferrocarril, pss, pss hola, ¿te puedes acercar?, el hombre altamente extrañado pensó que todo era causa de los influjos del alcohol, pero decidió acercarse, ¿quién eres?, le preguntó a la ranita, y dime si esto es verdad, ella le dijo que la llevara con él hasta su casa y que la lavara pues estaba llena de lodo, luego le diera un beso y se convertiría en una princesa encantada.
El borrachito se quedó pensando y dijo no ma...nches, la ranita le dijo “de verdad, créeme, no te vas a arrepentir”. Por fin el bondadoso hombre, más por curiosidad que otra cosa, se llevó a la ranita, la subió a su choche y la puso sobre el tablero del auto, en el inter que llegaban a la casa, la ranita le contó su triste historia de cómo había llegado hasta esa situación. Por fin llegaron a la casa, el hombre siguió el ritual de todos los viernes, bueno casi, abrió despacio sin hacer ruido, se quitó los zapatos y la ropa en la sala, entró en calzoncillos a la recamara y con la ranita en la mano se metió al baño, la puso en la tina y la lavó como ella le indicó, ya limpia la besó, y la ranita por obra de magia se convirtió en una hermosa princesa, con figura escultural, sin ropa, el hombre sorprendido no se dió cuenta que dejó la puerta del baño sin seguro, y entro su esposa, cuando la vió solo pudo acertar a decir: “mi vida, esta si no me la vas a creer” -.
Nuestro viaje desde la ciudad de Monterrey a la Ciudad de México fue sin contratiempos, no lo podíamos creer, llegamos casi a las 12 de la noche, mi vuelo tenía tres horas de haber partido, la aerolínea en general se portó lo mejor que pudo, los que perdimos conexión nos asignó nuevo vuelo para el día siguiente y nos hospedó en un hotel cercano incluyendo cena, transporte de ida y vuelta y una disculpa. Hubo algunos incidentes de gente que estaba iniciando sus vacaciones, y pues prácticamente habían perdido un día completo por toda nuestra travesía, reclamando fuertemente a la aerolínea por ello.
En lo personal, agradecido por estar bien y de una sola pieza llegue a Mérida al otro día, 12 horas después de lo esperado, pero con la experiencia de haber estado en clase Premier durante tanto tiempo.