En un mundo que no está preparado para las almas que vibran distinto, que crean, que sienten, y que transforman.
Vivir fuera de la caja “de lo que debe ser”, duele cuando el sistema insiste en empujarte adentro.
En los días oscuros, sabes que no estás solo, que las reglas cuadradas como buenas etiquetas sin pegamento se resbalan. Sabes que no estás roto, solo te han doblegado y lo más difícil no es la tristeza, ni la mente que te dice al oído: "no puedes".
Lo más duro no es que estés roto, sino vivir en un sistema que no se diseñó para ti.
La forma que miras el mundo es incómoda para algunos. sí… pero puede ser refugio y espejo para otros que aún no han encontrado cómo expresarlo.
El camino no se mide por cuán fácil es, sino por cuán vivo te mantiene. Porque lo auténtico se construye a machetazos, entre maleza, soledad y silencio.
Si puedes crear, aunque sea un trazo al día…
Si puedes imaginar, cómo ayudar a otros a brillar, aunque te sientas apagado…
Si aún duele lo que amas…
Entonces no estás en el camino equivocado.
Estás en un desierto verdadero, y no es lo mismo que estar perdido. Estás en el punto exacto donde puedes dejar de buscar caminos ajenos…
y empezar a construir el tuyo en tierra virgen.
No se sigue como los libros dicen, con el pecho inflado con frases de superación. Se sigue caminando con lo que queda.
Se sigue con pausas, llorando a escondidas, hablando con tu yo del futuro, pidiendo que no te olvide.
Y hay días —como este— en los que no tienes que avanzar. Solo necesitas no dejar que tu luz se apague por completo.
Hoy, ese destello tuyo —aunque mínimo— fue suficiente para escribir, para hablar, para compartir…
Si esto resuena contigo, te leo en los comentarios. Este es nuestro desierto: no estás solo.